Iguales

Cuatro millones bajo el cielo de Madrid, claro con esta población no es díficil imaginar que hay todo tipo de personas y personajes a lo largo y ancho de la geografía madrileña. Y así es. No existe otro lugar en España donde pasar desapercibido y ser uno más sin diferencia de ningún tipo por excéntrico o normal que seas. A pesar de sus dimensiones y por paradójico que parezca, es la ciudad de las minorías. Donde todos encuentran un espacio para sentirse a gusto y poder desarrollar una identidad personal y de grupo, un poco menos atada a los cánones sociales y a lo políticamente correcto.
No es posible decir que somos libres, pero mucho peor es decir lo contrario. Cuando cada vez hay menos conciencia crítica con lo que nos rodea, cuando cada vez nos conocemos menos y la palabra ya no es una institución del valor de la persona sino más bien un instrumento para llegar a nuestro fines sin importarnos las consecuencias "colaterales" en los demás, hemos perdido toda libertad. Vivir atados a las imposiciones sociales para ser aceptados y no sentirnos un bicho raro es lo que queda. Es el instinto de supervivencia, como diría Darwin, el que nos impulsa a perder identidad personal en favor de la colectiva y a renunciar a nuestra personalidad para formar parte de una "tribu" y no quedarnos descolgados en una sociedad que mata al distinto, que no más débil, a soledad y a indiferencia.
Viva las minorías y viva lo distinto. El aburrimiento sería mortal sin una Amelié para ver el mundo desde otra perspectiva, ni siquiera existiría "lo normal" como institución para que los padres de vez en cuando echen la bronca a sus hijos, y qué sería de nosotros sin opciones para elegir. En fin, que Madrid o cualquier otra gran ciudad es el lugar perfecto para ver que todos somos iguales cuando nadie se parece a sus cuatro millones de vecinos. Para sentirse dentro de una mezcla humana imposible de definir y de conocer. Y es que a fin de cuentas, todos somos "personas" y que gusto cuando nadie juzga al de al lado por ser de tal o cual forma, por hacer tal o cual cosa o porque le guste el rosa y no el azul.